El ámbito de la ciberseguridad es uno de los que más se está desarrollando en las últimas décadas debido en gran parte al rápido avance de las nuevas tecnologías.
De hecho, se trata de una rama en la que no sólo se buscan soluciones en el entorno doméstico, sino también desde el punto de vista de las empresas –tanto de las propias implicadas como de aquellas que se ven obligadas a aplicar todo tipo de sistemas de control y seguridad- y, por supuesto, desde las instituciones públicas y los gobiernos.
Así, a principios del pasado mes de junio tuvo lugar un encuentro entre el presidente de EEUU, Barack Obama y su homólogo chino, Xi Jinpig, en el que los dirigentes de dos de los países con mayor poder del mundo quisieron analizar los modelos actuales en el mundo de la ciberseguridad e intentar formular las bases sobre las que se deberían asentar las acciones del futuro en este terreno.
El mandatario norteamericano quiso hacer especial hincapié en la necesidad de establecer algún tipo de “reglas comunes” en este aspecto que sean realmente respetadas por las dos potencias –no en vano, las acusaciones de robo de información y ciberespionaje han estado a la orden de día en diversas ocasiones-, para alcanzar un “entendimiento permanente”.
Por su parte, el jefe del estado chino consideró que, previamente, era importante resolver algunas “dudas” respecto a los ciberataques de los que considera que ha sido víctima su país. No obstante, mostró su talante conciliador especificando que había que pensar de forma “creativa” y “actuar con energía” para poder mejorar la relación bilateral de ambos países.
Destaca que, pese a que no estaba previsto ningún encuentro entre Obama y Xi Jinping hasta la cumbre que tendrá lugar en Rusia el próximo mes de septiembre, ambos líderes han considerado que era el momento de acercar posiciones en torno a un tema que, de no establecerse unas líneas de actuación claras, puede llegar a suponer conflictos graves entre las dos potencias.