La primera tarjeta de crédito de la que se tiene constancia, tal y como, más o menos, se conoce hoy en día, apareció en Nueva York en 1950. Aunque la esencia se mantiene –realizar pagos a crédito o cuando no se dispone de dinero en efectivo en ese momento- el uso de la tarjeta se ha popularizado hasta tal punto que ha llegado a convertirse en una de las formas de pago más extendidas en todo el mundo junto con el pago en efectivo.
Además, desde hace algunas décadas no sólo se emplean en establecimientos físicos, sino también en todo tipo de páginas de Internet para adquirir un gran número de productos y servicios. Algo que, por otra parte, ha obligado a las empresas de seguridad a buscar diversas fórmulas para evitar el fraude de los usuarios que hacen uso de este sistema de pago.
No obstante los usuarios también pueden minimizar los riesgos –que, igualmente, son cada vez menores- siguiendo sencillas premisas como, por ejemplo:
- Al realizar pagos por Internet confirmar que se efectúan a través de páginas web seguras –lo indican con un candado amarillo situado en la parte inferior derecha de la pantalla o con una URL que comienza por https:// en vez de http:// - y, en caso de que exista algún tipo de duda, no se debe proporcionar ningún dato personal o bancario.
- Nunca se debe enviar una fotocopia del DNI ni de la tarjeta bancaria por ambos lados, ni proporcionar el pin o número secreto cuando se realiza una compra por Internet. Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) indican que no son datos necesarios para ningún tipo de pago y que, si se solicitan, es muy probable que detrás haya un ciberdelincuente que quiera obtenerlos –especialmente el código de seguridad que aparece en el reverso de todas las tarjetas- para usar él mismo dicha tarjeta.
- Cuando se emplea la tarjeta en algún cajero automático de una sucursal bancaria es importante, en primer lugar, observar que no haya nada extraño en la ranura de entrada –no es frecuente, pero hay delincuentes que instalan lectores de tarjetas en este espacio para conseguir los datos de la banda magnética de la tarjeta-. Igualmente, hay que asegurarse de no ser observado al introducir la clave o cualquier dato confidencial.
- Al realizar el pago en algún comercio hay que mostrar siempre el DNI pero nunca entregar este documento –el vendedor sólo deberá comprobar la coincidencia de los nombres- y, antes de firmar el extracto, comprobar que el importe coincide con el precio real del producto o servicio.
- Consultar frecuentemente los movimientos de las cuentas que estén asociadas a las tarjetas y, en caso de observar cualquier tipo de transferencia o pago extraño, ponerse en contacto inmediatamente con la entidad bancaria para consultarlo.
- Conviene cambiar las claves de la tarjeta cada cierto tiempo y, una vez que ésta caduca, hay que cortarlas en trozos pequeños para evitar que se puedan leer los datos cifrados en la banda magnética.
- En caso de pérdida o robo de la tarjeta hay que anularla enseguida para evitar que la responsabilidad de los pagos que se realicen posteriormente recaiga sobre uno mismo. Según la directiva de servicios de pago, en el momento en el que se demuestra que se trata de un fraude, el titular queda exento del uso de la tarjeta. Por ello, es fundamental guardar por separado el número de teléfono al que hay que llamar para realizar dicha anulación.